Enrique Font, profesor del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia y Matthew Kramer, especialista en estadística del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, han elaborado un estudio con el objetivo de reducir el número de animales utilizado en la investigación.
En el estudio se presenta como la opción de recurrir a información de experimentos anteriores para que la cantidad de animales en los grupos de control –aquellos que no reciben la terapia en pruebas– sea menor.
Cada año, muchos millones de animales son sacrificados en experimentos científicos realizados en todo el mundo. Casi todos los experimentos en los que participan estos animales incorporan uno o más grupos de control. Los grupos de control son un elemento esencial del diseño experimental pero, como denuncian los autores de este trabajo, la mayoría de los investigadores tienen una idea muy vaga de los distintos tipos de controles y de la función que desempeñan.
En el caso de experimentos que se repiten de manera rutinaria en un laboratorio, siempre con el mismo tipo de animales, en condiciones estándar y utilizando los mismos protocolos experimentales, una forma muy eficaz de reducir el tamaño de los grupos de control sin sacrificar la capacidad de llegar a conclusiones válidas consiste en “tomar prestada” información de los controles utilizados en experimentos anteriores (controles históricos).
Según el criterio de Font y Kramer muchos científicos desconocen el potencial que la información histórica puede tener para sus investigaciones. A través de simulaciones y datos reales tomados de la literatura científica, los autores del estudio demuestran que, en determinadas circunstancias, la incorporación de información prestada de los controles históricos incrementa la potencia de las pruebas estadísticas al tiempo que permite reducir el número de animales experimentales.
“Si una rata sufre una sección transversal de la médula espinal, ya sabemos que no se va recuperar espontáneamente”, citan, a modo de ejemplo. En otros casos en que sí son necesarios, Font y Kramer plantean la posibilidad de que los grupos de control sean más pequeños que los de tratamiento, especialmente en aquellas investigaciones que incluyen “procedimientos dolorosos o estresantes”.